¿Pronto
se casa alguien de tu entorno? ¿Eres el padre de uno de los novios, un testigo
o un mejor amigo? Llegará el día en que querrás dar un discurso ante todos los
invitados en honor de los recién casados... Pero no te preocupes, ¡no hay nada más fácil! En
muchos países los discursos en las bodas son una tradición, un gesto para
mostrar el afecto de los seres queridos a los recién casados. Un discurso de
boda siempre conmueve, especialmente si está bien dirigido, por supuesto.
También tiene el beneficio de permitir que los invitados más lejanos conozcan
mejor a los dos protagonistas del día D. Para conseguir esta efectividad, hay
algunas reglas que deben respetarse y así poder dar un discurso de bodas
redondo.
Una
función diferente, un discurso distinto
El
discurso de boda que pronuncian los padres es más bien solemne. En él se suelen
tratar cuestiones como la educación y la herencia transmitida y el orgullo de
los padres hacia el hijo que acaba de casarse. Un acontecimiento así
merece el aliento de aquellos que le dieron la vida, que le conocen desde
siempre y le han acompañado en todos los aspectos de su crecimiento, desde
cerca y desde lejos. Con el discurso de los padres, los asistentes podrán
hacerse una idea de la identidad profunda de su hijo o hija.
Por
otra parte, lo más frecuente es que el discurso de los amigos sea el que nos
permita conocer mejor a la novia y al novio, ya que son más próximos a su vida
personal. Amigos y testigos son el símbolo de la personalidad del novio o la
novia.
En
cuanto a los hermanos, testigos infalibles, forman parte del terreno familiar.
Las relaciones amistosas no tienen la misma historia que las relaciones
fraternales, y el carácter de cada una implica la adaptación del discurso
matrimonial. El arte de usar el verbo, pobre en medios frente a un montaje
fotográfico o de otro tipo, tiene la ventaja de depender solamente de la
calidad del tono y la sinceridad del habla.
Claves
para el éxito
La duración de
un discurso de bodas no debe exceder unos pocos minutos, máximo diez si
realmente vale la pena. De lo contrario, se corre el riesgo de que los oyentes
desconecten y que el mensaje no consiga llegar.
Para
ello, escribe solamente dos o tres páginas de antemano, especialmente si tu
intención es improvisar ciertas partes del discurso.
Es
mejor elegir un eje central, un tema que hile el discurso y que
evite perdernos yendo en todas direcciones.
Tampoco
dudes en innovar en la forma ─un poema por
ejemplo─, en dar preferencia a las palabras que expresen la relación personal e
identidad de los novios.
Los
recién casados esperan encontrar las especificidades del amor de sus seres
queridos. Y aunque el discurso boda es escuchado por todos, va dirigido
especialmente a uno de los casados.
Hacer reír,
conmover, destacar, magnificar, incordiar, desvelar… hay varias
maneras de orientar el discurso. Seleccionar de uno a tres verbos conductores
es útil para establecer una hoja de ruta.
Es
posible ayudarse de citas bien escogidas, que son una ayuda
preciosa para encontrar buenas formulaciones.
Completa
con anécdotas, recuerdos serios
o divertidos. Termina diciendo aquello que tu pudor no te permite expresar
siempre, porque a veces es más fácil decirlo delante de una multitud que en
privado.
Pregúntate por qué es singular tu relación con el novio o la novia,qué te ha
aportado y, por último, todo lo bueno y feliz que le deseas a esta nueva unión.
Cuanto más auténticas son las palabras, más creíbles
son, eligelas bien, siempre acorde con tu propia imagen y la de los
homenajeados.
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