Lleva
su cruz con el arte y convive a diario con la esquizofrenia. El artista
que busca reivindicar a los esquizofrénicos a través de la pintura. Con el arte entre sus manos busca reivindicar las
carencias que la vida le dejó registrada en su mente. Latauro
Arrau es sobreviviente de una generación
de pacientes esquizofrénicos que recibieron electroshocks y fármacos que
provocan graves efectos secundarios.
“Sálvame”. Es lo que se puede leer a lo
lejos en una botella vacía que viaja siguiendo el caudal del río Rímac, lugar
donde hace poco arrojó las fotos del álbum de su familia.
Hijo del dramaturgo Sergio Arrau, el
reconocido pintor peruano dice encontrarse en reconstrucción. “La Botella”, su
más reciente pintura así lo muestra.
Su juventud, su pasión por el arte, y
aquellos años cuando empezó a sufrir esquizofrenia fueron el ingrediente
principal de su reciente exposición artística. La primera que ha realizado en
su vida.
Su deseo por generar conciencia sobre el
trastorno mental que sufre lo ha llevado a convertir su cruz en una obra de
arte.
Así, su arte se nutre de su experiencia
vital. La serie de pinturas “la Botella”, promueve la reconstrucción
espiritual, mental y física de todos los días, en busca de la reivindicación de
los esquizofrénicos en general. Su muestra plástica reúne 100 piezas en
óleo, témpera y óleo al pastel, tal y como cuenta Latauro a un diario local.
¿Por
qué dar voz a los esquizofrénicos?
A través de su trazo enérgico reformula
los episodios de su vida, paisajes urbanos y costeros de Lima. Hace más de 21
años dejó de experimentar las crisis que lo habían llevado a deambular sin ropa
por las calles. Pasó varios años internado en hospitales y clínicas de
salud mental.
Ahora se ha propuesto compartir a través
de la pintura cómo se puede convivir cuando los medicamentos que se consumen
producen daño neuronal irreversible. “Recuerdo haber consumido uno de ellos que
me hacía ver insectos en mi cabeza”, comentó el artista.
Esquizofrenia paranoide es su
diagnóstico. Vivió durante años apartado de su familia. Ahora su corazón
lo único que le pide a la vida es poder conocer a sus hijos que aún esperan por
él en España.
Pintar con el alma para no perder la razón es lo que le ha permitido
mantenerse libre a través de este arte.
¿Somos los esquizofrénicos realmente
discapacitados?, se interpela. Con colores intensos y sin dejar sus trazos
enérgicos, el maestro Latauro intenta desnudar la crisis social que viven los
enfermos mentales. En Perú el 55% de enfermos mentales está desatendido.
Ahora alista un nuevo proyecto se trata de
dar vida al retrato de Velasco Alvarado, cuyo rostro ya empieza a pintar de
amarillo o rosado. Mientras responde a la pregunta de si es feliz. Feliz, feliz
lo soy siempre cuando veo una puesta de sol o a los niños correr por el
parque. Se puede ser feliz con cosas sencillas.
Por estos días lo sigue sosteniendo su
arte. Vive con la realización de obras por encargo. Asistido por
quienes puedan sin aislarlo acogerlo siempre.
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