Un nuevo estudio sugiere que el calor
del agua facilita el flujo sanguíneo.
No tienes que vivir en un país frío
para disfrutar de los placeres de un baño de sauna. Y un reciente estudio
finlandés proporciona una razón médica para meterse en el agua caliente: las
visitas frecuentes al sauna puede reducir el riesgo de presión alta.
Publicado en el American Journal of
Hypertension, el estudio de 1,621 hombres con presión arterial
normal, de edades entre 42 a 60 años, hizo seguimiento a los participantes
durante un promedio de 25 años. Los resultados: los hombres que iban al sauna
de dos a tres veces por semana tuvieron una probabilidad del 24% menor de
padecer hipertensión que los que iban
una vez a la semana o menos. Aquellos que iban al sauna entre cuatro y siete
veces por semana redujeron su riesgo en casi la mitad (un 46%). El estudio
controló variables como la edad, el índice de masa corporal, el tabaquismo y
los antecedentes familiares de hipertensión.
El autor principal del estudio,
Jari A. Laukkanen, profesor de medicina en University of Eastern Finland, dijo
al New York Times que
si bien el estudio no demuestra causa y efecto, hubo algunas posibles
explicaciones. El calor del sauna mejora la flexibilidad de los vasos
sanguíneos, lo que aumenta el flujo sanguíneo. La sudoración sirve como
diurético, lo que reduce el exceso de líquido corporal. Y un sauna finlandés
por lo general consiste en calor y luego frío, lo cual es relajante, y podría
reducir la presión arterial.
“Es algo placentero y agradable
de hacer y no implica ningún sacrificio”, le dijo al Times.
por: Beth Brophy, 18 de octubre de 2017
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