https://youtu.be/4FQD6x9JWps

martes, 12 de septiembre de 2017

Respeto, dar su lugar a cada persona.


Definición y medios concretos para vivir la virtud del respeto. 
El respeto es la virtud por la cual reconocemos y tenemos presente de manera habitual la dignidad de las personas, como seres únicos e irrepetibles, creados a imagen de Dios, con inteligencia, voluntad, libertad y capacidad de amar; así como sus derechos según su condición y circunstancias.

Meta:

Descubrir y comprender que toda persona por el hecho de serlo, es merecedora de respeto, independiente de su edad, sexo, educación o cultura, desde el momento de la concepción hasta la muerte. Percibir y vivir el respeto que merecen las personas por sus circunstancias, condiciones y autoridad que ejercen, por ejemplo los padres, jefes , autoridades civiles, los ancianos, etc.  Aceptar que toda persona tiene la misma dignidad y merece el mismo respeto en cualquier momento o circunstancia de su vida; y comprometerse al mismo tiempo en el trabajo de enriquecimiento y ennoblecimiento de la dignidad personal propia y de los demás, viviendo de acuerdo con ella y respetándose en toda circunstancia. Descubrir el propio valor y dignidad como persona y vivir de acuerdo con ello, como medio para respetar a los demás. Comprender, aceptar y promover el verdadero valor y dignidad de las personas basados en el SER; comprometiéndose en la construcción de sí mismos según esta verdad y valorando a los demás de acuerdo con ello. Distinguir en cada persona su dignidad y verla como criatura única e irrepetible, con capacidad de conocer y amar a Dios, y a pesar de todos su errores y carencias, inmensamente amada por Dios y la cual merece todo mi respeto y comprensión.



¿Por qué debemos fomentar la virtud del respeto? 

Porque el respeto es la primera condición para la convivencia entre las personas, e implica el reconocimiento de la dignidad de cada una. El respeto a los demás nos ayuda a saber participar y crecer con ellos. Porque todo lo que pensemos, hagamos y digamos debe ir de acuerdo con nuestra dignidad. En esto se manifestará el respeto hacia nosotros mismos. El respeto a nosotros mismos nos permite ser mejores como personas, y nos ayuda a crecer en la virtud, ya que nos conducirá a buscar lo bueno y a descartar lo que nos pueda hacer daño. Porque en nuestra sociedad se piensa erradamente que debemos regirnos por nuestros gustos y caprichos, aún a costa de pasar por encima de los demás. Esta visión y forma de vivir impide establecer relaciones interpersonales positivas y lleva a la soledad y el vacío. Porque en algunos ambientes materialistas de nuestra sociedad, se piensa que vale más y merece más respeto el que más tiene, y no el que más es. Esto lleva a poner los ideales e ilusiones en lo material y elimina el sentido trascendente y la posibilidad de una realización y felicidad más profundas. Porque hay algunos derechos que no proceden de ninguna obra realizada por el hombre, sino de su dignidad como persona humana, y hay otros que adquiere por su manera de vivir y de pensar, al ennoblecer su dignidad.


Vivir el respeto significa
Ver a la otra persona como otro yo. Tratar a las personas como a mí me gusta que me traten. Tratar a los demás, sin distinción, con amabilidad.  No hablar mal de nadie, no burlarme, no criticar, no ignorar a nadie. Saber escuchar y ayudar cuando alguien requiera de mi ayuda. No hablar solamente yo ni querer imponer mis gustos o caprichos. Saber ceder, no querer imponer siempre mi voluntad, respetar la opinión de los demás. Respetar el esfuerzo y cuidar el trabajo de los demás. Desarrollar al máximo mis cualidades para ser cada vez mejor persona. Nunca pensar que valgo por lo que tengo sino por lo que soy. Respetar la intimidad y los sentimientos de los demás. Ser alegre, generoso y bondadoso, ya que los demás merecen lo mejor de mí por la dignidad que tienen.


Que facilita la vivencia de esta virtud
La comprensión, pues nos ayuda a entender al otro y encontrar en él el valor que tiene como persona, independientemente de sus fallos o errores. La virtud de la caridad manifestada en benedicencia, amabilidad, alegría y bondad. El descubrir nuestra propia dignidad como hijos de Dios y reconocer esta misma dignidad en los demás. La convivencia y el trato con otras personas que ayuda a descubrir lo bueno que tienen y a saber escuchar y ceder. La sensibilidad y delicadeza de espíritu para reconocer abusos y malos tratos a la dignidad de otros. La virtud de la generosidad que nos lleva a pensar en los otros antes que en nosotros mismos. Reconocer mi propia dignidad y cuánto me ama Dios por ser quien soy. Ver que los demás son iguales a mí en esto. Darme cuenta de que yo también recibo de los demás un trato respetuoso, y que lo hacen porque reconocen en mí esa dignidad como ser humano. Ser agradecido con los demás, no acoger los favores y atenciones como obvios y debidos a mi persona.

Qué dificulta la vivencia de esta virtud
Una falsa concepción de la persona humana en la cual se le valora por el tener y no por el ser. El egoísmo e individualismo que lleva a buscar la satisfacción de los propios gustos o caprichos, sin atender al respeto de la propia dignidad y de la de los demás. El ambiente materialista y utilitario, que lleva a valorar a las personas por lo que tienen o por lo que puedan ser útiles para mí. Falta de sensibilidad ante las necesidades de los demás. La sociedad que tiende a ver la masa, y no a la persona.



Para promover la virtud del respeto en el despacho

1. Dar siempre ejemplo de amabilidad y buen trato con todos, independientemente del grado de amistad o simpatía que se pueda tener hacia las demás personas. Propiciar un ambiente de alegría, cordialidad y acogida. 


2. Saber respetar las decisiones y opiniones de los miembros de la firma, siempre y cuando vayan de acuerdo con su dignidad de personas humanas.

3. No permitir por ningún motivo la crítica, burla, actitudes prepotentes o juicios a ninguna   persona.
4. Tener un trato especialmente amable y delicado a las personas que trabajan conmigo o para mí. Pedir las cosas por favor, dar las gracias, ayudar en lo que se pueda, aunque no sea nuestra obligación o responsabilidad.

5. Promover actitudes de sensibilización ante las necesidades de los demás por medio de la ayuda material y la oración.

Para saber amar y respetar a cada persona, Jesús en el Evangelio de San Marcos, nos enseña cómo debemos tratar a todas las personas:






 
Por: Irma Delgado


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