¿Cómo
se forma el concepto de sí?
Prada (2007), define el concepto de sí mismo como el
proceso dinámico cognitivo-afectivo de diferenciación, integración,
organización y consolidación del ser humano en contacto con los otros y con el
mundo; a través del cual expresa su individualidad y unicidad personal, lo que
siente, piensa y actúa y lo que quiere llegar a ser. A esta definición se le
puede agregar que el proceso está permanentemente en interacción con el
Creador.
Sintetizando, se puede decir que
el concepto de sí mismo es como la imagen personal, la imagen real, quien es el
ser humano en realidad. Muchas veces está relacionado con cómo se ve o percibe.
Sin embargo, estas percepciones pueden ser engañosas de vez en cuando, es grave
que se perciba erradamente y es aún más problemático que no responda
adecuadamente a la pregunta “¿Quién soy?”; pues en el fondo se está ante la
pregunta por su propia identidad.
Todo ser humano tiene una imagen
ideal y una imagen real de sí mismo, tema en el que muchos teóricos, como Carl
Rogers, han indagado. La primera habla de lo que el ser humano quisiera ser, lo
que muchas veces cree que es, lo que cree que proyecta. Mientras que la
segunda, la imagen real, nos habla de lo que él es en verdad. El punto que
normalmente el ser humano no se conoce o no sabe si lo que alimenta es su
imagen real o ideal. Podría preguntarse el lector: ¿Qué sucede cuando constato
la diferencia real y la ideal? Se alimentan ciertos procesos de compensación,
evasión o negación de la realidad, y es aquí donde suelen surgir ciertos pensamientos
negativos, sentimientos de inferioridad, etc. Es lo que Rogers (1980) llama
también “incongruencia”, entendida ésta como la no correspondencia existente en
el sí mismo, entre las cualidades que la persona cree poseer y las que tiene
realmente.
¿Cómo se forma el
concepto de sí?
Este proceso de formación del
concepto de sí se inicia desde el comienzo de la vida en relación con la madre,
con esquemas sensomotores emocionales no verbales, se desarrolla en esquemas
pre lógicos y lógicos, y se abre a interrelaciones cada vez más complejas y
auto trascendentes (Prada, 2007). Este concepto es sobre todo aprendido en el
cerebro humano, el cual cuenta con un sistema de procesamiento de la
información que permite almacenar infinitos datos, siendo esa información
que se almacena en la experiencia social, la que se guarda en la memoria en
forma de creencias, pensamientos, ideas y teorías.
Estamos en este punto ante la percepción y
conocimiento del mundo por parte del hombre. Esta percepción y conocimiento,
equivocado o no, permite predecir, anticipar y prepararse para enfrentar lo que
vaya a suceder. De la misma manera en que se construye una representación
interna del mundo que le rodea, también se construye teorías y conceptos sobre
sí mismo, estableciendo una relación con el mundo que no sólo permite conocer
el ambiente, sino también el comportamiento que tiene frente a él.
Las experiencias de relación o
comunicación con personas y cosas del mundo, desarrollan una idea de cómo se es
en realidad. Los fracasos y éxitos, los miedos e inseguridades, las sensaciones
físicas, los placeres y disgustos, la manera de enfrentar los problemas, lo que
dicen, lo que no dicen, los castigos, entre otros, confluye y se organiza en
una imagen interna sobre su propia persona. De este modo, se puede pensar que
el ser humano es torpe, feo, interesante, inteligente, o malo, etc. Y cada uno
de estos calificativos es el resultado de una historia previa, donde se ha ido
gestando una “teoría”, una visión sobre sí mismo.
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