La Iglesia en su misión
de ir por el mundo llevando la Buena Nueva ha querido dedicar un tiempo a
profundizar, contemplar y asimilar el Misterio de la Encarnación del Hijo de
Dios; a este tiempo lo conocemos como Navidad. Cerca de la antigua fiesta judía
de las luces y buscando dar un sentido cristiano a las celebraciones paganas
del solsticio de invierno, la Iglesia aprovechó el momento para celebrar la
Navidad.
En este tiempo los
cristianos por medio del Adviento se preparan para recibir a Cristo, “luz del
mundo" (Jn 8, 12) en sus almas, rectificando sus vidas y renovando el
compromiso de seguirlo. Durante el Tiempo de Navidad al igual que en el Triduo
Pascual de la semana Santa celebramos la redención del hombre gracias a la
presencia y entrega de Dios; pero a diferencia del Triduo Pascual en el que
recordamos la pasión y muerte del Salvador, en la Navidad recordamos que Dios se
hizo hombre y habitó entre nosotros.
Así como el sol despeja
las tinieblas durante el alba, la presencia de Cristo irrumpe en las tinieblas
del pecado, el mundo, el demonio y de la carne para mostrarnos el camino a
seguir. Con su luz nos muestra la verdad de nuestra existencia. Cristo mismo es
la vida que renueva la naturaleza caída del hombre y de la naturaleza. La
Navidad celebra esa presencia renovadora de Cristo que viene a salvar al mundo.
La Iglesia en su papel
de madre y maestra por medio de una serie de fiestas busca concientizar al hombre
de este hecho tan importante para la salvación de sus hijos. Por ello, es
necesario que todos los feligreses vivamos con recto sentido la riqueza de la
vivencia real y profunda de la Navidad.
Por último, es necesario
recordar que durante la Navidad celebramos en tres días consecutivos, 26, 27 y
28 de diciembre, tres fiestas que nos hacen presente la entrega total al Señor:
San Esteban,
mártir que representa a aquellos que murieron por Cristo voluntariamente.
San Juan
Evangelista, que representa aquellos que estuvieron
dispuestos a morir por Cristo, pero no los mataron. San Juan fue el único
Apóstol que se arriesgó a estar con La Virgen al pie de la cruz.
Los Santos
Inocentes que representan a aquellos que murieron por
Cristo sin saberlo.
Enciclopedia Católica
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