¿Puede
estar el estrés asociado a la felicidad? ¿Cómo es tu día a día?
¿Cuántos eventos tienes previstos? ¿Son interminables tus listas de tareas? ¿Cuántas
tienes? La del trabajo, la de los recados, las del hogar, las de los niños,
etc. Es
muy común vivir a diario momentos donde el ansia nos condiciona y dejamos de
ser lo eficaces que solemos ser. Esto ocurre cuando sentimos más estrés de lo
normal.
Afortunadamente
hay dos elementos que juegan totalmente a nuestro favor. Por
una parte, no todo el estrés que sentimos es negativo y por otra parte
cualquier situación de estrés se puede gestionar y superar.
Tipos
de estrés
En
este sentido puede ser útil recordar la clásica clasificación que hace la psicología
sobre los tipos de estrés que distingue entre el estrés positivo y el distrés.
Y es que, como hemos comentado, no todo el estrés que sentimos es
negativo.
- Estrés positivo: Al contrario de lo que la
gente cree, el estrés no siempre hace daño a la persona que lo padece.
Este estrés hace que la persona afectada esté motivada y con mucha
más energía, un buen ejemplo sería una competición deportiva donde los
participantes deben tener un punto de vitalidad para poder salir
victoriosos. Este estrés está asociado con emociones positivas, como
la felicidad.
- Distrés o estrés negativo: Cuando
padecemos distrés anticipamos una situación negativa creyendo que
algo nos va a salir mal, lo cual genera una ansiedad que
nos paraliza por completo. El estrés
negativo nos desequilibra y neutraliza los recursos que
en situaciones normales tendríamos a nuestra disposición, lo cual acaba
por generar tristeza, ira, nerviosismo, etc.
Conviene
tener presente que el estrés es una reacción que puede causar problemas
de salud graves. Se ha demostrado que diversas afecciones crónicas,
trastornos psicosomáticos y de salud mental (problemas cardíacos,
ansiedad, depresión etc.) están estrechamente relacionados con el estrés.
A
pesar de que el término estrés parece muy moderno, el origen etimológico de la
palabra es muy antiguo, como lo es la misma presencia del estrés en el
comportamiento humano.
Técnicas
de relajación
Ante
una presencia constante y aguda de sensaciones de estrés tenemos la posibilidad
de aplicar diversas estrategias para afrontarlo con eficacia, sobre todo si las
practicamos y logramos un dominio de la técnica.
- Organización del tiempo y de la propia agenda en
función de prioridades: No todo en la vida tiene la misma
importancia, sobre todo cuando tenemos listas interminables de asuntos que
realizar. La vida y la organización social nos enfoca al uso de tiempo
olvidando muchas veces que las jornadas son de 24 horas. Nos toca a
nosotros determinar el uso de nuestro tiempo.
- “Mindfulness”: Tomar conciencia de
nosotros mismos, del
- momento que estamos viviendo y de nuestro
presente como una circunstancia en medio del contexto de nuestra vida. Se
trata de desactivar el estrés con un mayor control del pensamiento por
medio de breves minutos de reflexión sobre el momento que estamos viviendo
y nosotros mismos.
- La respiración diafragmática, es
una de las técnicas de desactivación clásicas que mejor suelen funcionar.
Respirar con calma, respiros profundos y lentos para calmar las
pulsaciones del corazón y tomar conciencia de nosotros mismos.
La
Psicología positiva dispone de herramientas potentes que
han demostrado ser eficaces en el manejo del estrés. Lo importante es elegir
aquella que nos quede más cómoda y fácil de aplicar hasta que logremos aprender
a usarla cuando sea necesario.
El
sentido común es nuestro gran aliado, unido a una firme voluntad de pensar las
cosas antes de hacerlas, manteniendo una sana distancia sobre todo lo que
sucede a nuestro alrededor. Si estamos dentro del problema somos parte del
problema y difícilmente lograremos la visibilidad que se necesita para dar a
cada circunstancia el peso que necesita.
Recordemos
que, si logramos hacer tantas cosas, seguramente muy útiles para otras
personas, familia, hijos etc., es gracias al hecho que existimos. Nuestra
persona cuenta y tenemos que saber respetarnos y estimarnos para
no dejarnos llevar por ritmos de vida sin ser conscientes de ello y haberlo
decidido nosotros. ¡Hay que saber tomar en mano el timón de la nave de nuestra propia vida!
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