Crecimiento
personal, aprendizaje de nuevas técnicas, lazos familiares, cumplimiento del
deber y otras satisfacciones. Con frecuencia recibo invitaciones para hacer presentaciones acerca de los efectos del estrés en las personas dedicadas al cuidado de un ser querido. Estas presentaciones
dan lugar inevitablemente a hablar de
los aspectos del deterioro físico, psicosocial y financiero al que estamos
expuestos al cuidar de alguien. Hoy, en cambio, tengo el privilegio de resaltar
sentimientos, aprendizajes y emociones positivas que nos puede traer esta tarea
difícil pero gratificante. Aunque he tratado de captar todos los aspectos
positivos del cuidado, estoy segura de que quienes cuidan de otros podrían
expresar más al respecto. Partamos, entonces, de la premisa de que proveer
cuidados es una experiencia vital que puede ser muy satisfactoria, como en el
caso de estos 10 aspectos.
Al cuidar de un ser
querido de mi familia cumplo con un deber. Este concepto, central en
nuestros valores culturales, es la razón No. 1 que expresan cientos de
familiares a quienes he tenido el privilegio de entrevistar. “Es mi deber”,
dicen, como esposa, hijo, nieta, o ahijado. Es un tema que se repite
invariablemente cuando hago la pregunta: ¿por qué has asumido la tarea de
cuidado? Sin titubeos y más bien con sorpresa ante mi pregunta, quienes cuidan
responden hablando acerca del profundo sentido del deber y descartan el que sea
una obligación impuesta. La satisfacción de un deber cumplido toma prioridad
sobre cualquier otro aspecto positivo del cuidado.
· El cuidado me da la oportunidad de
retribuir lo que he recibido. A pesar de ser una tarea
llena de dificultades y retos, la labor de cuidado es la oportunidad que me da
la vida para pagar en parte lo mucho que he recibido de quien cuido y de otras
personas. Poder cuidar de quien ha cuidado de mí me hace sentir parte del gran
círculo de la vida.
· Es un gran honor cuidar de alguien que
depende de mí. Una persona irresponsable, descuidada,
deshonesta y con poco que ofrecer a los demás y a sí misma no podría tener el
privilegio de cuidar a alguien más. Aun si soy la única persona en la familia
que puede asumir esta responsabilidad, para mí es un honor.
· El cuidado de un ser amado le da
significado a mi vida. Me siento útil y bien conmigo
mismo. Saber que puedo llevar a cabo tareas que no puede hacer por sí misma la
persona a quien cuido, me hace sentir útil y valioso. Mi vida tiene más
significado cuando recuerdo que alguien depende de mí.
· He hecho sacrificios y con gusto
volvería a hacerlos. Muchas cosas han cambiado desde
que cuido de un ser querido de mi familia, especialmente las cosas que ya no
puedo hacer, ni comprar, ni disfrutar. He sacrificado mi empleo, dinero,
tiempo, oportunidades de socializar y muchas cosas más. Aun así, me acompaña
una paz profunda de hacerlo y saber que, de poder volver atrás, sin tener que
pensarlo, sacrificaría todo de nuevo por la persona que cuido. Estos
sacrificios hacen parte de la satisfacción de un deber cumplido.
La labor de cuidado me permite aprender nuevas
destrezas. Disfruto de la sensación de logro cada vez que aprendo nuevas cosas,
especialmente aquellas por las que nunca antes me preocupé, ya que las hacía mi
ser querido. Mis conocimientos van más allá de una enfermedad y su evolución.
He aprendido a manejar situaciones nuevas, a ser recursivo, y que las cosas no
tienen que hacerse de una manera perfecta. El cuidado me ha llevado a aprender
a priorizar las tareas y situaciones que enfrento, y a manejar mi tiempo de una
forma que funcione para mí.
·
He aprendido cosas
nuevas acerca de mí mismo. Invirtiendo tiempo y esfuerzo logré aprender que puedo
estar en mejor control de mis emociones y que mi actitud determina la clase de
día que pueda tener. He aprendido a reírme de mí mismo y a encontrar humor en situaciones
que antes me habrían hecho pasar un mal rato.
·
Mis lazos afectivos
con la persona a quien cuido son más estrechos. Sé que puedo dar y
recibir afecto de distintas maneras y que soy una constante en la vida de la
persona bajo mi cuidado; ella depende de mí y pienso que de alguna manera sabe
que estoy aquí para ella.
·
Gracias a esta
oportunidad, soy un mejor ser humano. A través del cuidado he
aprendido.
· Me siento importante. Los
cuidados que doy a mi ser querido contribuyen a su buena calidad de vida y a
poder vivir en nuestra casa por el mayor tiempo posible. Soy una parte muy
importante de su cuidado, aunque pocas personas me pregunten cómo estoy y toda
su atención se centre en la persona que cuido. Soy tan importante que debo aprender a cuidar de mí
mismo
sin sentirme culpable.
por: Austin O'Connor,
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